jueves, 31 de diciembre de 2009
Necesito de la tolerancia y por eso tolero
Mahatma GANDHI
martes, 4 de agosto de 2009
Reflexionemos...
En otras palabras, que estamos de vacaciones y no las hemos pasado pensando en el blog.
Así pues, quiero compartir con vosotros algo que leí en la playa de la Victoria, en Cádiz. Su autor es Arturo Pérez-Reverte (a la sazón mi escritor favorito), quien lleva a cabo una interesante reflexión: hace cuarenta años había cosas indeseables que no hay hoy y hoy hay cosas indeseables que no había hace cuarenta años. Pone de ejemplo Madrid, comparando el casticismo del que hacía gala antaño y el cosmopolitismo que muestra en nuestros días.
Asimismo, y centrándonos en el tema que fundamenta esta web -para algún despistado, la tolerancia, que en vacaciones los cerebros no van al mismo ritmo- aborda temas como la censura social que se imprimía antes y ahora. Como no quiero seguir desgranando el texto, os lo dejo para que lo leáis y captéis el sentido de sus palabras.
Un saludo, buen verano y cuidado con las "ahogaíllas".
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CON LENGUA O SIN LENGUA
ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 19 de Julio de 2009
Me gusta el centro de Madrid. Es mestizo y cosmopolita: una especie de legión extranjera donde cualquiera puede enrolarse. Es ésta una ciudad bronca, generosa, con una potencia cultural extraordinaria que quisieran para sí otras urbes que van de modernas. Es cierto que casi todos los lugares castizos que amaba han dejado de serlo. En vano busco la huella de Felipe y Mari Pepa, o la de esos pícaros que encarnó en el cine el gran Tony Leblanc por los años 50. Tampoco del Madrid elegante –Pasapoga, Chicote, Fuyma– queda apenas rastro, y el chotis famoso de Agustín Lara dejó de tener sentido. Sin embargo, pasear por el centro es una experiencia intensa de la ciudad, la Europa que representa, el mundo que, para bien o para mal, nos pertenece y espera. No digo que este Madrid me guste más que el otro. Desde luego que no. Falta educación y sobran maneras bajunas. Pero es lo que hay, y lo que queremos que haya. Como tal debo aceptarlo, considerando sus virtudes y ventajas. De lo que no cabe duda es de que se trata de un Madrid más luminoso, justo y libre. Vaya una cosa por la otra.
Pienso en ello mientras camino por la acera de la Gran Vía. Hay allí dos viejos roqueros cubiertos de tatuajes, habituales del sitio. También lumis variopintas, un negro que toca el saxo, un limpiabotas mejicano –el rey del brillo, afirma el cajón– y una librería que sigue viva y llena de gente. Frente a un semáforo en rojo se abraza una pareja. Son dos hombres jóvenes. Lo hacen con mucha naturalidad y afecto. Con ternura. Uno le pasa una mano por la nuca al otro, acariciando su cabello. No hay en ellos nada de extravagante, o escandaloso. La actitud es propia de una pareja cualquiera, heterosexual o no. Otra cosa sería –mis reflejos son viejos y automáticos, qué remedio– dos pavos metiéndose la lengua y sobándose sin recato. Eso lo estimaría tan desagradable como si lo hicieran un pavo y una pava. No por cuestiones morales, sino por simple estética. Hay momentos y lugares para cada cosa. Creo. Por eso no me agradan los que se magrean excesivamente en público, sean hombres, mujeres, pareja convencional o pareja de la Guardia Civil. Me parece una falta de consideración. Una ordinariez propia de gentuza.
Hay a mi lado un fulano que mira a la pareja con cara de desagrado y luego se vuelve hacia mí, como buscando complicidad. No dice nada, pero es evidente lo que piensa. Menudo espectáculo, etcétera. En ésas el semáforo se pone en verde, todos seguimos adelante, y me quedo con la inquietud de si el que me miró se lleva la impresión de que comparto su enfoque del asunto. Me habría gustado contarle algo personal. Un recuerdo de juventud: parque de ciudad mediterránea y pareja de dieciséis o diecisiete años, chico y chica sentados en un banco, ella con la cabeza apoyada en el hombro de él. Y en ésas, un guarda jurado de los de antes, con bandolera de cuero y chapa dorada, parándose delante para darles la bronca por la actitud. El representante de la autoridad, o sea. El esbirro estúpido de un sistema hipócrita regido por curas que tonteaban con niñitos en el cole y por espadones de comunión diaria, casados con loros resecos que meaban agua bendita, ganándose el sucio jornal de la decencia a costa de dos chicos sentados en un banco. «A ver si tenemos posturas más decentes», fueron las palabras exactas de aquel cerdo vestido de pana marrón. Y cuando –ella, avergonzada, mantenía el rostro oculto en el hombro de él– el jovencito se encaró con el guarda diciendo que la chica estaba mareada y se apoyaba por eso, el otro, chulesco, perdonavidas, con esa insolencia que los mierdas con autoridad suelen mostrar ante los más débiles, respondió: «Pues en cuanto se espabile, largo de aquí. Y ligeritos». Y aquel muchacho, que cuarenta años después todavía recuerda aquello con impotencia y rubor, lamentó no tener edad suficiente para levantarse y, con alguna garantía de éxito, intentar romperle la cara a ese hijo de puta.
Calculo ahora, recordando, la suerte que habrían corrido entonces los dos hombres jóvenes abrazados del semáforo. La que corrieron tantos por menos de eso, a manos de representantes de la autoridad, de guardas jurados y guardias ejemplares, custodios celosos de la moral y las buenas costumbres. Cuánto sufrimiento y cuánta amargura irreparables. Cuánta injusticia. Por eso merece la pena lo ganado desde entonces, a cambio de otras cosas, buenas o malas, que se quedaron en el camino. Con miserables como el del parque dedicados hoy –por desgracia, nunca faltarán voluntarios para delatar o reprimir a otros– a menesteres menos evidentes y grotescos. Así que, concluyo, bendito sea este Madrid donde pueden abrazarse dos jóvenes en la calle sin que un sicario a sueldo del obispo o el comisario de turno los importune con su vileza insolente. Puestos a elegir entre esto y aquello, incluso violentando las buenas maneras, prefiero verlos meterse la lengua. Hasta dentro.
martes, 16 de junio de 2009
La justicia andaluza reprocha a Ciudadanía la tolerancia con los gays.
Tres magistrados ultraconservadores consideraron que la asignatura adoctrina sobre la “ideología de género”.
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía declaró nulas este miércoles tres expresiones y una frase de los decretos de 66 folios de la Junta que desarrollan los contenidos de la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC).
Tres magistrados, los ultraconservadores Enrique Gabaldón (hijo del presidente de honor del Foro de la Familia, José Gabaldón), Victoriano Valpuesta y Joaquín Sánchez Ugena, consideraron que la asignatura adoctrina sobre la “ideología de género”. Entienden que la regulación de Ciudadanía coloca esta expresión en vez de la constitucional de “sexo”, y la define así: “La teoría de que a los seres humanos no nos define como personas el sexo, sino la opción sexual elegida”. De ello se desprende un reproche a la tolerancia de los contenidos de EpC hacia la homosexualidad. La materia educa en la no discriminación de gays y lesbianas.
Es la tercera sentencia de la misma sección del alto tribunal andaluz contra la asignatura. Sin embargo, esta vez el recurso no versaba sobre la objeción de conciencia, sino que el demandante –cuyo hijo está en un colegio católico y fue asesorado por juristas vinculados al PP– exigía que se anulasen directamente los contenidos de la materia.
El tribunal se dividió al entrar a evaluar si la asignatura superaba los límites constitucionales, que fija, al igual que la fiscalía, en la prohibición del adoctrinamiento. En contra del criterio de sus dos compañeros de la sección tercera que emitieron un voto particular, los tres magistrados restantes concluyeron que la Ley Orgánica de Educación –que establece la obligatoriedad de EpC– es perfectamente constitucional, pero no así los decretos andaluces, de los que dicen que “sobrepasan” la norma al “adoctrinar” en cuestiones “de género”, es decir, de homosexualidad, según su interpretación.
El caso llegará al Supremo al plantear los jueces andaluces la llamada cuestión de legalidad sobre los decretos del Gobierno, que no son de su competencia. Además, la Junta, la Fiscalía y el Estado también recurrirán el fallo.
Lo que anula la sentencia
EpC se cursa en Andalucía en tercero de ESO y se impartirá el próximo curso lectivo también en quinto de primaria.
En el decreto que desarrolla el currículo andaluz para los estudiantes de secundaria, los jueces excluyeron exactamente la expresión “de género” en la frase: “El currículo propio de Andalucía incluye además características peculiares [...], aspectos relacionados con el fortalecimiento de [...] los valores que preparan al alumnado para asumir una vida responsable en una sociedad libre y democrática y que rechacen todo tipo de discriminación por razón de nacimiento, de capacidad económica o condición social, [de género], de raza o de religión”.
También eliminaron la siguiente frase: “Dado que la construcción de la identidad es una tarea compleja es necesario que la contribución de la escuela a ese proceso huya de la simplificación y de los enfoques esencialistas, para asumir, una perspectiva compleja y crítica”. Entienden los tres jueces que esta redacción implica una “determinación inequívoca de la ideología de género”, que se refiere implícitamente a la homosexualidad, según interpretan. Según la Consejería de Educación, la sentencia no afectará para nada al día a día de los institutos, que darán la materia con los mismos objetivos y obligatoriedad.
En lo que se refiere a los alumnos de primaria, los jueces declararon sin efecto también la expresión “de género”. Y suprimieron la expresión “diversas opciones vitales” de la frase: “La educación ha de atender al respeto de las [diversas opciones vitales] de las personas y los grupos sociales, desarrollando la sensibilidad y la actitud crítica hacia estereotipos racistas, xenófobos, machistas y homófobos”.
Carga contra la asignatura
En sus fundamentos de derecho, tras puntualizar que, “vaya por delante”, la ley no violenta el principio de neutralidad ideológica del Estado, los magistrados opinan que “la afirmación (contenida en un real decreto) de que los derechos humanos dependen del contexto, o de la coyuntura histórica, es un postulado ideológico, no jurídico, que como tal, no está incorporado en la Constitución”.
Y agregan que los decretos de la Junta muestran “la elaboración de un tratado de lo que es el individuo y de lo que debe ser, una construcción ideológica de la persona global o integral, en la programación de una enseñanza por parte de las administraciones públicas que es obligatoria para todos los escolares, dirigida explícitamente a la formación “moral” de los alumnos, lo cual violenta la libertad ideológica y religiosa y el mismo principio del pluralismo político, uno de los valores superiores del ordenamiento”.
Libertad de expresion vs Tolerancia
lunes, 15 de junio de 2009
Derecho de Admisión
Muchos habréis tenido noticia, habréis presenciado o incluso algunos puede que hayáis sufrido en vuestras carnes algún caso como el que os voy a relatar: Un tipo o tipa (el Ministerio de Igualdad me permite hablar así) cualquiera se arregla, o no, para salir de marcha. Queda con sus amigo/as con la intención de pasarlo bien y deciden ir a ese local del que habla tanta gente. Llegados al sitio, esperan la cola de rigor. No les hace gracia, pero como están entusiasmados y tienen ganas de pasarlo bien no les importa. Va entrando la gente. A algunos les cachean. Se entiende, hay mucho colgado por ahí. Llegado o llegada al final de la cola, nuestro protagonista o protagonisto enseña la entrada a un caballero muy elegante y de aspecto un poco rudo. Este, tras echarle un vistazo, le dice: "Tú no entras." Ante su estupor y la pregunta de por qué, el tosco señor le comunica que: "Tenemos reservado el derecho de admisión."
Este personaje, con cara de circunstancias, confuso y cabreado, avergonzado delante de sus acompañantes y de otras personas que podría haber conocido en el garito, tiene encima que soportar cómo el portero permite la entrada a tíos más musculados y arreglados que él, o a señoritas emperifolladas como coristas y más atractivas que atraen a aún más pagafantas musculosos y arreglados, aumentando el volumen del bolsillo del dueño.
¿Qué es esta desigualdad? ¿De dónde procede esta discriminación? ¿Esta intolerancia al inconveniente es legal? Veamos:
Sabiendo que este supuesto derecho puede ser la coartada para tanto tipo de discriminación, es indispensable que esté regulado.
Así pues, la Normativa Estatal dice que "el público no podrá": "Entrar en el recinto o local sin cumplir los requisitos a los que la empresa tuviese condicionado el derecho de admisión, a través de su publicidad o mediante carteles, bien visibles, colocados en los lugares de acceso, haciendo constar claramente tales requisitos." (art 59. e RD 2816/1982 de 27 de Agosto).
No obstante, las Comunidades Autónomas tienen su propia normativa. Por ejempo, en Andalucía el Real Decreto 10/2003 de 28 de enero nos dice que "se entiende por derecho de admisi‘n la facultad que asiste a todos los consumidores y usuarios para ser admitidos, con carácter general y en las mismas condiciones objetivas, en todos los establecimientos públicos que se dediquen a la celebraci‘n de espectáculos públicos y al desarrollo de actividades recreativas, siempre que la capacidad del aforo lo permita y no concurra alguna de las causas de exclusión previstas en el presente Reglamento."
Esas causas de exclusión son que ya se haya completado el aforo, haya cerrado, se carezca de edad mínima, no haya pagado, haya comportamiento violento, se porten armas, se luzcan distintivos racistas, falte higiene o cuando "la persona que pretenda acceder al establecimiento no reúna las condiciones específicas de admisión establecidas por su titular (...)."
Estas condiciones específicas NUNCA podrán ser:
-En función de "edad, sexo, nacionalidad o raza"
-"Las que discriminatoriamente establezcan condiciones de admisión con base a la obtención previa de invitaciones o carnets expedidos por el titular del establecimiento público." (Se siente para los que ligan diciendo que son amigos del relaciones públicas).
-"Las que supongan discriminaci‘n o trato desigual de las personas que pretendan acceder al establecimiento público basadas en juicios de valor sobre la apariencia estética de los asistentes que, en su caso, cumplan con las condiciones específicas de admisión autorizadas basadas en la etiqueta de ropa y calzado."
-"Las que supongan discriminación o trato desigual de personas con discapacidad física, píquica o sensorial."
Así mismo, esta norma obliga a la empresa a hacer públicas las condiciones específicas de admisión en carteles pegados en los "accesos y en las taquillas", "en el interior del local" a modo de recordatorio y "en la publicidad o propaganda".
En resumen: para que no te dejen entrar en un lugar debe haber una causa. Esa causa suele ser un requisito que no cumples. Tienes que poder conocer esos requisitos, mediante los panfletos, la entrada o los carteles de la puerta. Todo lo que no sea esto (y tampoco sea que te comportas de forma violenta o peligrosa, llevas drogas o no tienes la edad requerida) está de más. Y no es tolerable.
Así que ya sabes. Saber esto seguramente no te abrirá las puertas a todas las discotecas, ni impedirá que las chicas entren gratis y tú tengas que pagar, pero por lo menos sabes que están cometiendo un acto ilegal.
Me dirás que no sirve de mucho. Yo te digo que me quedo más tranquilo.
Saludos.
Para más información:
-Stop Discrimination
-Matones de Discoteca
¿La historia se repite?
Esta situación, mal llevada y peor gestionada es capaz de sembrar una semilla de odio e intolerancia tal que llegue a lo que está llegando Italia. Es el caso de un país democrático donde, desde hace un tiempo, se vienen dando políticas cada vez más restrictivas hacia los inmigrantes, en especial los que viven en situación irregular. Un mensaje de "no sois bienvenidos". Pero el problema aparece cuando se originan colectivos dentro de esta sociedad que se dedican a perseguir y, en muchos casos empelar la violencia, contra estos colectivos. Señores, los camisas negras vuelven a Italia. Y me temo que como la población no demuestre tener valores democráticos, respetuosos y de repulsa hacia estos actos la cosa puede ir a peor.
Fte: Público.es 14/06/09
Ambas formaciones ultraderechistas ya cuentan con patrullas callejeras para limpiar las ciudades y pueblos trasalpinos. Los primeros usan gorras verdes y visten ropa convencional, pero la estética paramilitar de la llamada Guardia Nacional Italiana impone por su marchamo fascista.